miércoles, 26 de junio de 2013

Hoy tenemos más de lo que hace la música en nuestro cuerpo...



Publicado por: María Brito Torrealba.


Hay sonidos que no son audibles para el oído pero no quiere decir que no existan, y que de alguna manera podamos percibir su vibración; están  ahí, vibrando, y no podemos identificarles, pueden ser dañinos  y como no les reconocemos no podemos defendernos de ellos.
Hay sonidos tóxicos. Sí, tóxicos,  como tóxicas  las personas que los emiten. No nos damos cuenta  cuando nos manipulan con ellos, y es que somos presa fácil de ser manipulados a través de ellos; es por eso que debemos mantenernos muy alertas, ya que somos sensibles a las vibraciones sonoras. Nuestras células pueden, percibir, oír, y responder. Debemos de manera casi obligada aprender a oír  las respuestas de nuestro cuerpo, él habla pero no le oímos, él nos dice cuando correr, o cuando quedarnos. 
¡Elegir el tipo de música que queremos oír y no dejarnos llevar por la moda!
Escoger ver un programa de TV o apagar la tele, como nos destruyen con comentarios que no queremos oír.
Poder decir: “¡Por favor!, espera un momento, háblame de otra cosa, eso no lo quiero oír. Dime algo que me llene, ¡que me nutra!, y si de tu boca no puede salir, por favor, guarda silencio.”
Ya es hora de cambiar por un verso o un canto  un comentario insulso... o mal intencionado.

Testimonios de los alumnos que cantan el resonador del día, en la escuela Neijing  Maracay:

  • Relajación… cosquilleo en el estómago… expansión del tórax… 
  • El sonido me transporta a un plano de meditación.
  • Sentí burbujas en toda  la boca.
  • La vibración en la cabeza, al terminar de cantar continuaba vibrando todo mi cuerpo, ¡muy  placentero!
  • Pude sentir y ver mi interior con una tranquilidad plena y una armonía sonora.

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