Por Alicia Rentero
El tan traído y
llevado tema de la alimentación se nos presenta ahora con una nueva modalidad de
trastorno alimenticio, que no deja de
sorprendernos…
La Ortorexia, una forma de enfermar que surge
por comer demasiado sano y que afecta al
28% de la población en los países desarrollados.
Las personas se angustian y obsesionan con lo que consideran que es sano y
saludable en la alimentación; es decir todo lo que se “ha vendido” en torno a
ello porque como sabemos lo que nos dicen hoy que es buenísimo y saludable,
mañana nos lo desmienten…
Y nos sorprende
por varias razones: quizás la primera sea porque en un planeta donde el hambre
es una auténtica pandemia y las cifras por mortandad nos sobrecogen a diario…
el que exista una parte de la población que se puede permitir “seleccionar” el
alimento de tal forma que le enferme, parece un contrasentido; como que se haya
iniciado un camino donde el ser humano se haya desorientado totalmente, que
haya perdido el “norte”, que se dice…
La Ortorexia nos dicen que
afecta fundamentalmente a mujeres, adolescentes y deportistas que
practican el fisioculturismo. Es decir que para alcanzar los patrones de
belleza que la sociedad impone, hay que alimentarse de una determinada
manera y llevarlo, por supuesto, a rajatabla.
Y todo por un
modelo y una moda que se ha impuesto y desarrollado en una parte de la
sociedad; moda a la que encima se le ha
disfrazado como “sana”… resultando además,
que esa forma de alimentarse, hace enfermar…
Les dejamos con
este artículo de El País, que nos habla de ello e incluso de una variante: La
alcohorexia, que compensa las calorías con
la ingesta de alcohol; trastorno que se da sobre todo en mujeres jóvenes, entre
15 y 30 años.
Ortorexia: enfermar por comer demasiado sano
Este trastorno alimenticio afecta al 28% de la población en los países desarrollados y lleva a una angustia perpetua por comer sano.
07 DE ABRIL DE 2014
07:30 H.
En una sociedad que cada vez come más y peor es difícil detectar cuándo
alguien ha tomado responsablemente las riendas de su nutrición y cuándo
se le está yendo de las manos. La Organización Mundial de la Salud cifra
que la ortorexia afecta a un 28% de la población de los países desarrollados y que su prevalencia podría ir en aumento en los próximos años. Se empieza por huir de lo artificial, por contar calorías y por huir de lo transgénico y se acaba por caer en lo patológico.
“Las alarmas se deben disparar cuando alguien dedica más de tres horas a
organizar su menú, cuando busca cualquier excusa para no comer fuera
hasta el punto de minimizar sus relaciones sociales e, incluso, cuando
cuenta cuántas veces mastica cada bocado”, explica Bravo. La ortorexia afecta principalmente a mujeres, adolescentes y deportistas, sobre todo, quienes practican fisioculturismo. “Estos pacientes suelen presentar undéficit de grasa, hipotensión y problemas cardiovasculares. Desde el punto de vista psicológico, alternan estados de euforia con otros de ansiedad. Y experimentan una falsa autoestima, basada en un sentimiento de superioridad basado en la idea de que su modo de vida es mejor que el del resto”.
El siguiente paso es demonizar ciertos alimentos. Empieza la cruzada contra las carnes rojas, los azúcares simples, los lácteos con lactosa o las grasas saturadas.
O, más recientemente, el gluten. “Si no se es celíaco o intolerante no
hay por qué eliminarlo de la dieta. El gluten es una de las principales
proteínas del trigo. Aporta vitaminas del grupo B y minerales como el
hierro, calcio o zinc, entre otros nutrientes, por lo que no hay motivo
alguno para eliminarlo de una dieta equilibrada”, apunta la doctora
Cristina Bouza, médico especialista en Nutrición en la Clínica Instimed. “No tiene ninguna base científica proscribir ningún alimento. Siempre habrá unos más saludables que otros,
unos que sean de ración diaria y otros que sean un ‘extra’ o, incluso, o
un ‘muy extra’. Cuando detectas ideas radicales con respecto a la
comida sabes que estás ante un paciente inestable psicológicamente”,
puntualiza la doctora Mar Mira, co-directora de la Clínica Mira + Cueto.
Ocurre que hay quienes llegan a la consulta del nutricionista, con ganas
de adelgazar o de someterse a una dieta détox, pero con una larga lista
de alimentos que supuestamente son ‘veneno’ para ellas. “Son los que se
saben al dedillo la composición de los alimentos y tienen su criterio
propio acerca de lo que deben o no comer. Nuestra misión como médicos es
aconsejar y recomendar aquellos alimentos que les ayuden a bajar peso
de una manera sana y beneficiosa para su salud”, apunta la doctora
Cristina Bouza, médico especialista en Nutrición en la Clínica Instimed.
Sin embargo, cuando alguien está convencido de que un alimento es
tóxico para su organismo puede tener reacciones somáticas indeseadas. “Cuando nos autoconvencemos de que algo nos sienta mal, al final, acaba haciéndolo”.
El cerebro interpreta esa angustia como que ciertamente se ha ingerido
algo pernicioso, fantasea con los posibles efectos adversos de esos
contaminantes en el organismo y, lo más probable, es que la digestión se
complique o incluso se produzcan episodios parecidos a una alergia.
En esa búsqueda angustiosa por ingerir todos y cada uno de los nutrientes recomendados es frecuente echar mano de los suplementos nutricionales.
A veces, en exceso. “El consumo excesivo de suplementos de proteínas a
largo plazo puede contribuir a la desmineralización ósea, la
osteoporosis y la sobrecarga renal. El exceso de vitamina D provoca
niveles de calcio en sangre anormalmente altos que pueden dañar
gravemente los huesos, el tejido blando y los riñones. Abusar de la
vitamina A y el betacaroteno, frecuente en verano para lograr un
bronceado más duradero, puede tener efectos tóxicos a largo plazo en los
órganos que los metabolizan: ojos, hueso e hígado”, alerta Bravo.
La obsesión por sumar y restar calorías lleva a conductas peligrosas para la salud. Una ramificación de la ortorexia es la alcohorexia (o drunkorexia, en inglés). “Escompensar el exceso de calorías consumidas con el alcohol reduciendo la ingesta calórica del resto de comidas. Este desorden lo sufren, sobre todo, mujeres jóvenes, entre 15 y 30 años”,
advierte Bravo. “Es un trastorno alimenticio grave que muchas veces
termina en un doble deterioro del organismo provocado por la suma del
alcoholismo y la desnutrición. Suele ir acompañado de bulimia y
las consecuencias son pérdida de concentración, anemia, daño en órganos
vitales y un alto riesgo de muerte". Esta moda por matarse de
hambre para lanzarse en plancha a hacer botellón no es solo una locura
de colegios mayores americanos. Ya se da en España. “En el IMEO
atendemos en consulta un 8% más de pacientes debido a este desorden”,
asegura Bravo. Ante la más mínima evidencia los expertos recomiendan un
abordaje multidisciplinar con psicoterapia, control nutricional,
terapia por biorresonancia para equilibrar el funcionamiento emocional y
pauta farmacológica con antidepresivos, ansiolíticos o anoréxicos. Para
el resto: dieta mediterránea y disfrutar de la vida sin obsesionarse por una caloría de más.
Gracias. Al fin un poco de sentido ... ¿común?
ResponderEliminarEsto forma parte de la moda de mantenerse joven y bellas, recurren a las cirugías y dietas tan estrictas, que terminan enfermas,obsesivas,bulimias,esqueléticas, nunca están conformes pierden la posibilidad de reconocerse
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