viernes, 19 de julio de 2013

AGNÓDICE… y la solidaridad entre mujeres.

Por Lola Bahr

En la Grecia de la Alta Antigüedad, allá por el año 300 a.C., se dio un conmovedor acto de solidaridad entre mujeres.

La protagonista de la historia se llamaba Agnódice, nacida en Grecia, en una época en que la práctica de la medicina estaba prohibida para las mujeres.

Ella deseaba aprender esta vocación, y no dudó en cortarse el pelo y llevar ropa masculina, para poder asistir a las clases de Serófilo, el famoso médico de Alejandro Magno.

Algunos autores relatan, que el padre de Agnódice la apoyaba en esta decisión.

Culminó sus estudios, con notas brillantes y especializándose en ginecología.



Cuenta la historia, que un día Agnódice, habiendo culminado ya sus estudios,  iba caminando por la calle cuando, escuchó a una mujer parturienta llorando y sin dudarlo, acudió a ayudarla.


Cabe mencionar, que en aquellos tiempos, muchas mujeres perdían a los hijos e incluso morían en los partos, porque les daba vergüenza que las asistiera un médico, un hombre.

Cuando Agnódice acude a la mujer en la calle, ésta se niega a que la atienda, pensando que era un hombre, pero ella desvela que es una mujer, levantándose la ropa.



A partir de aquí, pacientes de distintas clases sociales, comienzan a acudir a su consulta, y en poco tiempo, obtiene un éxito reconocido y envidiado por otros médicos; los cuales celosos de su éxito, comienzan a correr el rumor de que seduce a las mujeres y las corrompe.

Finalmente, la acusan de la violación a dos pacientes y la llevan a juicio.



En el juicio tiene que revelar su sexo y Agnódice se quita las vestiduras para mostrar que realmente es una mujer. Lo cual la condenaba directamente a muerte, por ejercer una profesión prohibida.



La historia relata que, cuando condenan a Agnódice de muerte, entran un grupo de mujeres, entre las que se encontraban las esposas de los jueces, abogados, políticos, médicos y demás asistentes al juicio; gritando las siguientes palabras:



Vosotros los hombres no sois esposos sino enemigos, ya que condenáis quien descubrió la salud para nosotras" “Si ella no puede acercarse a nuestros cuerpos enfermos, tampoco lo haréis vosotros a nuestros cuerpos sanos

Pero la historia no concluye aquí y la rebelión de las mujeres rinde un fruto aún más jugoso, pues no solo evita la muerte de Agnódice, sino que hace posible que lleve a cabo el sueño de toda su vida, en cuanto que consigue que se le permita recuperar su identidad y continuar ejerciendo la profesión.

Y más aún, ella y sus seguidoras logran que un año después, el propio consejo ateniense, derogue su antigua ley y autorice a las mujeres a estudiar y practicar la medicina. Este último acontecimiento en su vida es quizás el menos factible históricamente, puesto que nada parece indicar que el derecho a tal práctica fuera efectivamente protegido por una ley. Lo que sí continuó permitiéndose fue el ejercicio del oficio de comadronas, aunque casi siempre de manera clandestina, hasta la decadencia del Imperio Romano.



Poco más se sabe sobre su vida, incluso algunos afirman que se trata más de una leyenda que de una realidad, a pesar de ser citada por Hyginius, autor latino del siglo I.



En cualquier caso, esta historia, nos recuerda, que la solidaridad entre las mujeres, es una necesidad.



¡Ojalá, la solidaridad siga liberándonos!





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