Por Lola Bahr
La protagonista de la historia se llamaba Agnódice, nacida en Grecia, en
una época en que la práctica de la medicina estaba prohibida para las mujeres.
Ella deseaba aprender esta vocación, y no dudó en cortarse el pelo y llevar
ropa masculina, para poder asistir a las clases de Serófilo, el famoso médico
de Alejandro Magno.
Algunos autores relatan, que el padre de Agnódice la apoyaba en esta
decisión.
Culminó sus estudios, con notas brillantes y especializándose en
ginecología.
Cuenta la historia, que un día Agnódice, habiendo culminado ya sus
estudios, iba caminando por la calle
cuando, escuchó a una mujer parturienta llorando y sin dudarlo, acudió a
ayudarla.
Cabe mencionar, que en aquellos tiempos, muchas mujeres perdían a los hijos
e incluso morían en los partos, porque les daba vergüenza que las asistiera un
médico, un hombre.
Cuando Agnódice acude a la mujer en la calle, ésta se niega a que la
atienda, pensando que era un hombre, pero ella desvela que es una mujer,
levantándose la ropa.
A partir de aquí, pacientes de distintas clases sociales, comienzan a
acudir a su consulta, y en poco tiempo, obtiene un éxito reconocido y envidiado
por otros médicos; los cuales celosos de su éxito, comienzan a correr el rumor
de que seduce a las mujeres y las corrompe.
Finalmente, la acusan de la violación a dos pacientes y la llevan a juicio.
En el juicio tiene que revelar su sexo y Agnódice se quita las vestiduras
para mostrar que realmente es una mujer. Lo cual la condenaba directamente a
muerte, por ejercer una profesión prohibida.
La historia
relata que, cuando condenan a Agnódice de muerte, entran un grupo de mujeres,
entre las que se encontraban las esposas de los jueces, abogados, políticos, médicos
y demás asistentes al juicio; gritando las siguientes palabras:
“Vosotros los hombres no sois
esposos sino enemigos, ya que condenáis quien descubrió la salud para
nosotras" “Si ella no puede acercarse a nuestros cuerpos enfermos, tampoco
lo haréis vosotros a nuestros cuerpos sanos”
Pero la historia no concluye aquí y la rebelión de las mujeres rinde un fruto aún más jugoso, pues no solo evita la muerte de Agnódice, sino que hace posible que lleve a cabo el sueño de toda su vida, en cuanto que consigue que se le permita recuperar su identidad y continuar ejerciendo la profesión.
Pero la historia no concluye aquí y la rebelión de las mujeres rinde un fruto aún más jugoso, pues no solo evita la muerte de Agnódice, sino que hace posible que lleve a cabo el sueño de toda su vida, en cuanto que consigue que se le permita recuperar su identidad y continuar ejerciendo la profesión.
Y más aún, ella y sus seguidoras
logran que un año después, el propio consejo ateniense, derogue su antigua ley
y autorice a las mujeres a estudiar y practicar la medicina. Este último
acontecimiento en su vida es quizás el menos factible históricamente, puesto
que nada parece indicar que el derecho a tal práctica fuera efectivamente
protegido por una ley. Lo que sí continuó permitiéndose fue el ejercicio del
oficio de comadronas, aunque casi siempre de manera clandestina, hasta la
decadencia del Imperio Romano.
Poco más se sabe sobre su vida,
incluso algunos afirman que se trata más de una leyenda que de una realidad, a
pesar de ser citada por Hyginius, autor latino del siglo I.
En cualquier caso, esta historia, nos
recuerda, que la solidaridad entre las mujeres, es una necesidad.
¡Ojalá, la solidaridad siga
liberándonos!
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