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Los resultados del estudio confirman una
brecha de género del 29% en la prescripción de este tipo de medicamentos
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«Independientemente del dolor, la edad y la clase social, las mujeres
tienen mayor probabilidad de prescripción de analgesia que los hombres». Así lo
confirma un estudio realizado por varios miembros del Grupo de Investigación de Salud Pública de la Universidad
de Alicante y financiado por el Instituto de la Mujer,
que se ha publicado en la revista «Gaceta Sanitaria».
El artículo confirma que «el sesgo de género puede ser
una vía por la cual las desigualdades en el tratamiento analgésico afecta
negativamente a la salud de las mujeres».
Según apunta la investigadora Mª Teresa Ruiz- Cantero,
«es cierto que las mujeres visitan un mayor número de veces a su médico con
síntomas de dolor, pero incluso eliminando la variable del dolor, se sigue
prescribiendo más analgésicos a mujeres que a hombres». En este sentido, los
resultados del estudio confirman una brecha de género del 29% en la
prescripción de este tipo de medicamentos.
Gasto sanitario
Otro de los sesgos identificados es que «las mujeres que
padecen dolor en regiones de menor desarrollo de género tienen menos
probabilidades de ser tratadas por un especialista. En comunidades autónomas
como las del sur de España, las mujeres quedan rodando en atención primaria con
tratamiento analgésico, mientras que los hombres son derivados en más casos al
especialista», aclara Ruiz- Cantero.
Este es un hecho que «afecta directamente a la salud de
las mujeres e incrementa el gasto sanitario por un alto consumo de fármacos
sobretodo en el sur de nuestro país».
Ya desde hace
tiempo, en inspiración femenina hacíamos resaltar la desigualdad que existe
entre ser una paciente mujer que hombre.
No solo en cuanto
a atención se refiere, como lo vemos en este nuevo estudio, sino en cuanto a
que los medicamentos están elaborados para los hombres. En su etapa de
desarrollo, los medicamentos son probados en hombres para conocer cuales pueden
ser sus efectos secundarios, pero no en mujeres. A las mujeres se les prescribe
la misma dosis que a un hombre sin tomar en cuenta sus diferencias físicas, psíquicas
y hormonales.
Este estudio nos
revela cómo se sigue considerando a la mujer, aun en los países más
desarrollados, como un paciente de segunda categoría.
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