Por: Ursula Kessler
La
historiadora de medicina Luise Foxcraft cuenta la historia de 200 años de
régimenes y qué tiene que ver la dieta con el sexo.
Desde
el siglo IX. Los curanderos dan consejos para perder peso. En este sentido la
historia de la industria de régimen no es especialmente un mérito. Y durante
los últimos 200 años muchos han intentado de obtener un trozo de la “tarta de
régimen”.
Ya
en el siglo IX. –en Europa y EEUU- curanderos se autoproclamaron expertos de
dietas, para ganar “dinero rápido”. El progreso de la ciencia bombardeaba al
mercado con permanentemente nuevas recetas y la prensa extendida de imagines de
“antes y después” en anuncios y en columnas de cotilleo.
El
gremio medicinal también se inventó nuevas especialidades: médicos de dietas.
Aquí unos ejemplos:
1820
Dr. Wiliam Wadd desarolla su dieta bajo el lema: “poco-pero-muchas-veces-dieta”.
Por ejemplo el sugirió a comer salvado, verdura y dedalera más montar a caballo
con regularidad, comer jabón, leer en voz alta y aplicar sal en todo el cuerpo.
En
Francia Brillat-Savarin propaga una dieta de reducción en hidrato de carbono y
a todos, que no querían seguir a esta dieta les predecía: “Se van hacer feos y
gordos asmáticos para finalmente sucumbir miserablemente en su propia grasa.
Voy estar a su lado para observarlo.”
La
dieta más popular ha sido la del Banting-System que fue propagada por William
Banting en 1860. El mismo ha sido enormemente gordo. De esta dieta luego salen
las de Atkins y Dukan que están ricas en proteínas y reducidas en carbono de
hidrato.
Sissi,
esposa del Káiser austriaco Franz Josef I. ha sido famosa en el siglo XIX., la
cual vivía rigurosamente según su dieta. Usaba al hambre como una especie de
regulación para superar problemas y situaciones críticas en la corte o conflictos
públicos al respecto de su persona. Muy semejante como pasó un siglo más tarde
en Inglaterra con Lady Di. La prensa se apoderó de la vida de Sissi, publicó historias
muy exageradas sobre la misma.
Sissi
tenía una altura de 1,72 m, era más alta que su esposo y pesaba a penas 48
kilo. Su cintura no debía pasar los 45,5 cm, sino dejaba de comer. A parte de
vomitivos y laxantes solamente tomaba naranjas y caldos aguados o un vaso de
leche.
Al
principio del siglo XX. Se estableció el “Flecherismo” como dieta
preponderante. Su inventor ha sido
Horace Fletcher. Según la revista especializada “Lancet” es el ídolo de nuestra época. El también sabia
comercializar muy bien su Idea: La “masticación”. Todo el mundo –incluso Henry
James, Franz Kafka y John D. Rockefeller- confiaban ciegamente en esta dieta.
La dieta consistía en masticar cada bocado tantas veces, hasta solamente tragar
el jugo del alimento y escupir las fibras vegetales. Por ejemplo un chalote
necesitaba 700 boceadas. Flechter estaba tan orgulloso de su evacuación
bisemanal, que solía de llevar dos onzas de sus materias fecales. Según dicen,
olían a “galletas calentitas”.
El
deseo ser delgado se expandió al principio del siglo XX. Como una explosión. Y
la industria de dieta sabía y sabe muy bien hasta hoy día divulgar sus
productos. Expertos auto designados competían por este nuevo mercado en
crecimiento y ofrecían dietas, aparatos mecánicos y eléctricos, tinturas y
bebedizos. Había tratamientos anti grasa con pastillas de tenia, grageas de
bilis, pastillas de Figuroid y las pastillas elegantes de Dr. Gordon, las
cuales contenían desde arsénico hasta manteca de cerdo y otras sustancias
imposibles. Se podía comprar chicle rellenado de laxantes, sales de baño para
adelgazar, medias de goma para ablandecer la piel y sillas de vibración.
Contar
a las calorías tiene hasta hoy día una gran estelaridad y es algo que estaba en
boga ya hace 100 años.
Otra
novedad se estrenó entre 1920-1930 y eso eran las pastillas de hormonas para
adelgazar, las cuales contenían extractos de la tiroidea. Se las podían conseguir
sin receta y se vendían en gran cantidad. Otros medios de régimen también eran altanamente
perjudiciales para la salud, como por ejemplo Dinitrophenol, un fertilizante cancerígeno
para el ser humano, el cual se usaba en
explosivos durante la Primera Guerra Mundial. La sustancia activó el
metabolismo y podía generar un sobrecalentamiento del cuerpo dramático, incluso
pudo llevar a la ceguera y hacia la muerte. En 1938 se prohibió este medio pero
hoy se puede conseguir a través del Internet. Oficialmente se le responsabiliza
la muerte de 60 personas, la cifra negra parecer ser más alta.
En
Francia la anfetamina “Mediator” produjo probablemente 500 muertos. En 2009 se
le retiró de la circulación.
Al
igual se le pasó con los siguientes productos: El inhibidor del apetito “Fen-Phen (Fenfluramin-Phentermin), Reductil
(Sibutramin) y Acomplia (Rimonabant).
Estos
productos mencionados solamente son unos cuantos de una multitud más que había
y que hay en el mercado. La industria de los adelgazantes está creciendo
alegremente.
Tampoco
hay que olvidar a las drogas. Está comprobado que fumar adelgaza. Por ejemplo
los gigantes de tabaco Philip Morris y American Tobacco añaden inhibidores de
apetito a los cigarrillos.
Qué
formas en las mujeres se consideran ideales, se cambió bastante durante la
historia. En el tiempo victoriano por ejemplo se llevaba la mujer lozana. Se
tenían que “atar” la carne en sus corsés, aunque este perjudicaba la salud. No
era especialmente vanidad por la cual estás mujeres se sometían a tales torturas.
Pero sin cultura y profesión, su posición social dependía de sus chance de
casarse y ésta de su aspecto “ideal”.
La
época del ideal de delgadez en el cual estamos hoy comenzó después la Primera
Guerra Mundial cuando la mujer empezó a tener acceso al mercado de trabajo y
cuando obtenían el derecho al voto. Tenemos una industria forrado de miles de
millones que se prevale de la superstición y de la ciencia para vender sus
productos. En el mejor de los casos las nuevas dietas rápidas no sirven.
Entonces,
en la historia de las dietas no hay nada nuevo. Vive de modas efímeras e
ineficaces y siempre hacen las mismas promesas. Todo esto sustituido por
modelos fotógenas, personas famosas que encima insinúan que –aunque en avanzada
edad- una tiene que poder ostentar un trasero tal y como lo hizo con 17 años.
Evidentemente
no se puede separar la historia las dietas de la historia de la salud. Y ciertamente
es un tema que se refiere a todos los seres humanos, pero la que más ha sufrido
y sufre con este tema es la mujer. Parece que todavía se considera como un “bien”
en un mercado, en donde espera ser elegida por “él”. Y “el” elige según el “ideal”
que está establecido. Ciertamente habrá excepciones, por supuesto.
Y
pregunto: ¿Por qué no tener un peso adecuado cada uno, según su fisiognomía y
sus necesidades, con una responsabilidad de mantenerse lo más sano posible bajo
las condiciones de vida que tenemos hoy?. En
vez de compararse una y otra vez con… Porque en el fondo hay un “miedo” detrás que –cuando
no cumplo el ideal- no me aman.
Hay
que recordar: Soy un ser único, irrepetible, insólito y tal y cómo me crearon
ME AMAN, ¡ya!.
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