Por Clara Restrepo
Nos hemos encontrado este artículo del “Fatto Quotidiano” sobre la
medicina de género que nos revela algunos datos interesantes y otros ya
mencionados en los seminarios de Feminología de Inspiración Femenina. Nos
parece interesante el hecho de que se esté divulgando este tipo de información
para mantenernos informadas sobre los riesgos de los fármacos para la salud de
la mujer debido la falta de investigación sobre la fisiología femenina y los
efectos colaterales de los fármacos. También nos aclaran datos económicos como
el hecho de que la investigación de fármacos sobre el género femenino es más
costoso y requiere más tiempo.
Aquí os dejamos el artículo completo y el link para acceder al
artículo en italiano.
Una salud a la medida de la mujer no existe hoy. Los prejuicios de
género en la investigación demuestran que los fármacos siempre son probados
sobre los hombres, por consiguiente no siempre tienen la misma eficacia en el
género femenino, más susceptible a desarrollar reacciones adversas: en las
edades entre 35 a 44 años son casi el doble de las manifestadas en sus
coetáneos masculinos. En la mayoría de los casos no se tiene en cuenta la
diversidad biológica entre el hombre y la mujer y solo se diferencia la dosis
para adultos y niños y como máximo se prohíbe la ingestión del fármaco durante
el embarazo.
Este asunto viene tratado por el Instituto Neurológico Carlo Besta
de Milán que junto a la Región Lombardía han dedicado un congreso a la
diferencia de género en la enfermedad de Parkinson. “En las mujeres es tres
veces más frecuente la aparición de movimientos involuntarios de los miembros
superiores e inferiores que constituyen los efectos colaterales de la L-Dopa,
el fármaco usado para tener bajo control los temblores típicos de la enfermedad
–explica Barbara Garavilla, responsable del comité único de garantías para la
igualdad de oportunidades hospitalarias- En los casos más graves se debe
reducir la dosis y a ser posible intervenir quirúrgicamente con la utilización
de pequeños electrodos para estimular las células del cerebro para que
produzcan más dopamina (el neurotransmisor carente por causa de la enfermedad).
Los síntomas son diferentes pero a menudo se los ignora. En los hombres el
Parkinson provoca sobre todo un deterioro de las capacidades cognitivas
mientras que en las mujeres aparece más la ansiedad y la depresión.
La Organización Mundial de la Salud ha oficializado la existencia
de las diferencias de género desde 1998, después de cuatro años ha creado el Departamento
para el Género y la Salud de la Mujer y desde ese momento ha iniciado a
promover la integración de las consideraciones de género en las políticas
sanitarias, pero los cambios proceden a pasos demasiado lentos.
En el 2014 el World Economic Forum ha situado a Italia al 68
puesto en la clasificación de la desigualdad en los tratamientos médicos entre
hombres y mujeres. Es una paradoja, las mujeres viven más tiempo pero con menos
salud. Por ejemplo con respecto a los hombres, las mujeres sufren más de
osteoporosis, enfermedades del tiroides, depresión, ansiedad, cefalea y
hemicráneas, cataratas e hipertensión arterial.
La medicina de género que se encarga de estudiar las enfermedades
y los tratamientos en base a las diferencias anatómicas, biológicas,
psicológicas y culturales del individuo, debe tener en cuenta un obstáculo: la
experimentación clínica de los fármacos vienen efectuadas sobre un modelo de un
70% de hombres y apenas un 30% de mujeres, al final se hace una media de datos
descuidando las diferencias anatómicas entre un organismo femenino y uno
masculino, po ejemplo las mujeres al tener menor peso pero mayor masa de grasa responden a
una manera diferente al fármaco.
La razón por la cual la investigación científica se basa sobre
modelos masculinos es en primer orden económica. En los años 60 y 80 las
mujeres estaban completamente excluidas de los test porque no estaban todavía
suficientemente emancipadas. En cambio hoy no se tienen en cuenta porque
costarían demasiado a las empresas, significaría aumentar al menos de 5 a 6 los
grupos experimentales porque el sexo femenino debe ser representado en las
diferentes fases de su vida reproductiva, ciclo menstrual, embarazo, lactancia
y menopausia, con un inevitable aumento de gastos económicos y de tiempo de investigación.
Tampoco faltan las razones sociales, las mujeres son menos disponibles porque
deben ocuparse de la familia y están menos interesadas en este tipo de
experiencia.
Los prejuicios de género también afecta la descripción de los
síntomas de una enfermedad. Por ejemplo en el infarto de corazón, los síntomas
que se toman como referencia en los textos médicos son aquellos que se
manifiestan exclusivamente en el varón: un dolor constrictivo al tórax que se
puede irradiar al cuello, los brazos y a la espalda y una sensación de opresión
en el estómago.
En las mujeres en cambio se presenta con una sensación de malestar
general, sudoración, diarrea, nausea y vértigos. Estas diferencias son
descuidadas y poco visibles a los ojos de los profesionales médicos.
Lo mismo se puede ver en el uso de los fármacos, en las mujeres
los anti arrítmicos pueden influir más frecuentemente en el funcionamiento del
tiroides, el uso de anticoagulantes y antiagregantes en cambio la expone a
hemorragias cerebrales. Por esto se deben utilizar las dosis bien medidas. “En
la universidad nadie te enseña estas cosas, se aprenden en la práctica, con la
experiencia, el boca a boca y estar informado sobre las ultimas investigaciones,
concluye diciendo una doctora jefe de cardiología del hospital Humanitas de
Milán.
Para acceder al link en italiano:
http://www.ilfattoquotidiano.it/2015/04/07/ricerca-pregiudizio-genere-farmaci-sperimentati-sugli-uomini/1570430/
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